Vivir en Chaco: El costo de la subsistencia escaló a más de $1.1 millones en junio

La cruda realidad económica golpea con fuerza a los hogares del Gran Resistencia y Sáenz Peña. Un reciente relevamiento del Índice Barrial de Precios (IBP), correspondiente a junio de 2025 y difundido por el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCI), revela un alarmante incremento del 1,52% en la Canasta Básica Total (CBT) en solo un mes. El valor actual de la CBT se disparó a $1.101.019, lo que significa que una familia necesita más de un millón de pesos solo para no caer en la pobreza.

Este salto de $16.454 respecto al mes anterior no es un número frío; es el reflejo de la lucha diaria de miles de familias para poner un plato de comida en la mesa y asegurar lo mínimo indispensable para vivir.

La carne, un Lujo inalcanzable

El informe de ISEPCI es contundente: la carnicería se convirtió en el principal verdugo del bolsillo. Este rubro experimentó un incremento desorbitante del 12,57% en apenas un mes, pasando de $179.145 en mayo a $201.668 en junio. La cifra es aún más dramática en productos clave: El kilo de pollo se disparó un 71,11%, saltando de $4.500 a $7.700. Un verdadero lujo; el pescado subió un 38,46% y La nalga aumentó un 24,57%.

Estos aumentos en alimentos esenciales no solo comprometen la nutrición familiar, sino que obligan a las personas a resignar calidad y cantidad en sus comidas, afectando directamente su salud y bienestar.

El Laberinto de Precios

Mientras la carne y el pollo alcanzan valores récord, otros rubros muestran un comportamiento mixto, pero la balanza sigue inclinándose en contra de las familias:

  • Los productos de almacén registraron una leve baja del -3,58%, con un costo de $202.301 en junio. Sin embargo, esta aparente calma es engañosa, ya que productos básicos como el aceite mezcla subieron un 16,67% y la mermelada un 11,11%.
  • La verdulería fue el único rubro con una baja generalizada del -8,99%, ubicándose en $78.933. Las mandarinas, naranjas y tomates mostraron las mayores reducciones.

Si bien las bajas en frutas y verduras ofrecen un respiro, no logran compensar el brutal impacto del aumento en la carne, que es fundamental en la dieta de muchas familias.