“Hay que valorar la vida”, decía una y otra ves en los videos que grabó Gabriel Farrel. Empresario y dueño de una exitosa cadena de pizzerías, tenía 31 años. Ese mensaje por las ganas de vivir, quedó como su legado, pese a su tan corta edad. A Gabriel le gustaban los deportes extremos, basado en todo tipo de saltos al vacío. Con paracaídas, deslizantes, parapentes, los famosos “wingsuit” (un traje con que parece ser como un murciélago planeando), lo que fuera.
Pero uno de sus saltos en paracaídas, en Río de Janeiro, salió mal y terminó en una tragedia. Se estrelló contra el piso y murió de manera inmediata. Ha dejado muchos testimonios sobre su postura de vida, plena de acción y los lugares desde donde se lanzaba al vacío.

Durante la caída, uno de los paracaídas no se abrió de manera correcta, lo que redujo el margen de maniobra y provocó un descenso descontrolado y a mucha más velocidad de la considerada “segura”. Se activó el paracaídas de emergencia, pero la apertura fue tardía y el impacto resultó fatal. El paracaídas principal se abrió mal y fue tarde para compensarlo con el de emergencia.
Cuando los equipos de rescate llegaron rápidamente al lugar, pero ya no había nada que hacer. La noticia causó un profundo impacto no solo entre sus allegados, sino también en la comunidad empresarial y gastronómica brasileña. Farrel era dueño de una cadena de pizzerías que había logrado expandirse con notable éxito en un mercado altamente competitivo.
Las autoridades iniciaron una investigación para determinar qué ocurrió exactamente con el paracaídas principal y por qué el de emergencia no logró evitar la tragedia.