La industria textil atraviesa un proceso de transformación acelerada. En un contexto de fuerte crecimiento de la importación de indumentaria, los fabricantes locales buscan sostener su producción y competir tanto en el mercado interno como en el externo, enfrentando costos elevados y márgenes cada vez más ajustados.
El dato que relevó la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI) puso en evidencia la situación de los comerciantes de Avellaneda y Once, zonas tradicionales de la venta mayorista de ropa nacional, donde reportan un creciente porcentaje de prendas importadas. Este cambio está alterando el equilibrio del negocio: el canal que solía ser el refugio de la industria textil argentina ahora se nutre cada vez más de productos importados, aunque sí vale destacar que suelen ser más caros que los artículos nacionales.

El desembarco indirecto de marcas de fast fashion internacionales en estos polos comerciales genera preocupación en algunos fabricantes nacionales. Dicho movimiento implica una transformación estructural en la cadena de valor de la moda argentina, empujando a las marcas locales a redefinir sus estrategias de producción y competitividad, pero también a fabricar menos.
“Creció muchísima la cantidad de ropa importada. A esto se suma la temporada, y también lo noté mucho en la ropa de entrenamiento. Locales que vendían otra cosa, ahora todos traen. Para el fabricante textil hoy la economía no ayuda. La discusión no es importación si o importación no: los fabricantes nacionales deberíamos tener condiciones reales que nos permitan competir dignamente en otros países, nada más”, expresó Juliana Coria, una de las influencers que se dedica a realizar tours de compras en en Once. Comentó que además de China, también se pueden ver prendas originarias de Taiwán y Turquía.
“La reducción de aranceles,excenciones a los envíos “puerta a puerta” y relajamiento de controles, se implementaron sin bajar impuestos a la producción nacional para nivelar la cancha y así dejar competir a la industria locala. Estas medidas ya se traducen en la pérdida sostenida de puestos de trabajo: cada mes se destruyen aproximadamente 1.500 empleos formales e la industria. La industria de la moda argentina da trabajo a 540.000 familias en todo el país”, reclamaron desde la Cámara de la Indumentaria en un extenso comunicado.
Fuente: Ambito