¿Es la semaglutida la solución de la obesidad o simplemente una droga de moda?

La obesidad es una enfermedad crónica y un problema de salud mundial asociada a complicaciones como la resistencia a la insulina, hipertensión arterial, dislipidemia, enfermedades cardiovasculares y enfermedad del hígado graso no alcohólico que disminuyen la esperanza de vida. 

En Argentina, 6 de cada 10 adultos padecen sobrepeso u obesidad, conforme a los datos de la última encuesta nacional de factores de riesgo, con una prevalencia del sobrepeso del 36,3 % y la de obesidad del 25,3 %. lo que representa un problema de salud pública significativo.

Si bien la alimentación saludable y la actividad física representan los pilares fundamentales para el control del peso, para muchos pacientes representa un desafío difícil de superar sin ayuda farmacológica.En nuestro país los medicamentos aprobados para el tratamiento de la obesidad incluyen al orlistat, que inhibe la absorción de grasas y está en el mercado desde hace bastante tiempo.

La combinación de naltrexona con bupropión (juntas actúan sobre el cerebro para disminuir el apetito y provocar saciedad).  Más recientemente están disponibles para el tratamiento del exceso de peso  la liraglutida y semaglutida estas últimas drogas denominadas agonistas GLP1.

EL GLP1 (peptido similar al glucagón tipo 1) es una hormona natural que se produce en el intestino para regular la glucosa en sangre, el apetito y la digestión. En el páncreas estimula la liberación de insulina, lo que ayuda a disminuir los niveles de azúcar en sangre. En el estómago enlentecen su vaciado, prolongando la sensación de saciedad.

En el cerebro actúan en centros de la saciedad disminuyendo el apetito. Los agonistas GLP1 (Liraglutida y semaglutida) son medicamentos que actúan como la hormona natural y son utilizados para tratamiento de la diabetes y de la obesidad.

Semaglutida es el GLP1 más potente disponible en Argentina. Reduce el peso corporal y la masa grasa corporal. El mecanismo involucra una reducción general del apetito, que incluye un aumento de la saciedad, una reducción de la sensación de hambre la frecuencia y la intensidad de la ansiedad por comer. También retrasa la forma en que se vacía el estómago. “Es un freno al cerebro y al estómago”.  

Semaglutida se administra una vez a la semana por vía subcutánea a través de una jeringa o lapicera prellenada, también está disponible la presentación en comprimidos de utilización diaria.

La ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos Alimentos y Tecnología Médica ) autorizó su uso para mejorar el control glucémico de pacientes con diabetes tipo 2 y para control de peso en pacientes con índice de masa corporal mayor a 30 ( con obesidad) o con índice mayor a 27  con al menos una enfermedad relacionada con el peso (hipertensión, diabetes tipo 2, colesterol alto, apnea obstructiva del sueño)  junto con cambios en el estilo de vida (alimentación saludable y realización de actividad física) y un abordaje integral. 

En estudios clínicos utilizando una dosis de 2,4 mg de semaglutida se evidenció un descenso de peso que se produjo tempranamente y que se prolongó durante todo el estudio. Al final el tratamiento (semana 68) la pérdida de peso fue en promedio del 15 % del peso inicial y la disminución de la circunferencia abdominal del 13,5 %. 

Semaglutida también está indicada (siempre bajo supervisión médica) en adolescentes con obesidad definida por IMC >95 en tablas de crecimiento especifico por sexo y edad), a partir de los 12 años y con un peso corporal superior a 60 kg. 

Las reacciones adversas frecuentes son náuseas, diarrea y vómitos. La mayoría de los eventos fueron de intensidad leve a moderada y de corta duración. Se produjo estreñimiento de intensidad leve a moderada. También se describió dolor de cabeza, fatiga y en pacientes con diabetes tipo 2 empeoramiento de la retinopatía diabética. 

En estudios clínicos semaglutida mejoró el nivel de los lípidos plasmáticos, mejoró la presión arterial sistólica, redujo la inflamación en el sistema cardiovascular y disminuyó el deterioro de la función renal, el riesgo de infartos, derrames cerebrales y muerte cardiovascular. Cabe destacar que estos efectos protectores se evidenciaron antes de registrarse un descenso de peso. Esto sugiere que la semaglutida actúa mejorando la salud cardiovascular y renal independientemente de su efecto de adelgazamiento.

Es muy importante entender que ningún fármaco modifica por sí solo los determinantes sociales, emocionales y culturales de la alimentación. Pensarlo como una solución mágica sería un error de abordaje frente a una situación compleja. Sin embargo, semaglutida puede ser en ciertos casos, una herramienta terapéutica muy eficaz, cuando forma parte de un programa integral y personalizado, con acompañamiento médico- nutricional, psicológico y actividad física adaptada, que proponga cambios de hábitos perdurables.

Dr. Carlos Nelson Fernández MP3426.Clínica Médica. Posgrado en Factores de Riesgo Cardiovascular.

Instituto Especializado Cardiológico.

Remedios de Escala 459. Resistencia. Teléfono fijo: 4448100