“La ciudad tiene problemas mucho más importantes que ocuparse de las bolsitas de los supermercados” afirmó Miguel Simmon de la Cámara de Supermercadistas, a la ordenanza aprobada por el Concejo Municipal de Resistencia, que obliga a autoservicios, supermercados e hipermercados a entregar hasta dos bolsas plásticas gratuitas por compra.
La medida que busca garantizar el acceso sin costo a este tipo de envases, ya está generando cuestionamientos en el sector supermercadista. “A la ordenanza le faltan detalles básicos: no especifica el tamaño ni el tipo de bolsa, y eso puede provocar confusiones. Una bolsa grande cuesta 50 pesos, y muchas veces se cobra solo para cubrir el costo”, agregó Simmon.
Aclaró que en la práctica, gran parte de los supermercados locales ya cumplen con lo dispuesto. “Muchos comercios entregan bolsas chicas sin cobrarlas, y si el cliente quiere una más grande, se le cobra. Esto no cambia nada”, sostuvo. Consideró asimismo que la norma es “difícil de controlar”, dado que no establece parámetros claros sobre el tipo de bolsa ni mecanismos de fiscalización.

Atención de otras prioridades
También el empresario señaló que el foco de las autoridades municipales debería estar en otras prioridades. “Resistencia tiene problemas graves, como el tránsito, los baches o los semáforos que no funcionan. Mientras tanto, se ocupan de las bolsitas. Son medidas que ni quitan ni agregan nada”, criticó. Aseguró que nunca recibió reclamos de consumidores por el cobro de bolsas y que “la mayoría de los comercios siempre entrega alguna forma de empaque”.

Ordenanza que no cambia nada
Consultado sobre si la Cámara tomará alguna medida frente a la nueva normativa, Simmon descartó un conflicto. “No vamos a oponernos. Es una ordenanza más que se va a cumplir, porque no cambia nada. El supermercado entregará dos bolsas y si el cliente necesita más, se le cobrarán al costo”, afirmó.
Por último, Simmon recordó que el tema del uso de bolsas plásticas ya generó controversias en el pasado. “Cuando se quiso prohibir totalmente, las fábricas y los gremios se opusieron con razón, porque se perdían fuentes de trabajo. Las bolsas de papel son caras e inseguras. El problema no es prohibir o regalar, sino encontrar una solución razonable”, concluyó.