La crisis del consumo interno argentino se refleja con crudeza en las ciudades fronterizas. En localidades como Orán, (Salta), las calles comerciales lucen desiertas, mientras que en Bermejo,( Bolivia), a pocos kilómetros de distancia, las veredas están abarrotadas de compradores, en su mayoría argentinos que buscan desde ropa y calzado hasta alimentos, electrodomésticos y muebles a precios más accesibles.

La misma postal se repite en Formosa, donde el contrabando desde Paraguay se multiplicó por diez y el comercio formal acusa pérdidas millonarias. En el mercado del barrio Circuito Sim se consiguen gaseosas a mitad de precio y electrodomésticos a valores impensados en Argentina. Heladeras por 600 mil pesos y televisores de 85 pulgadas por 1,2 millones son algunos de los ejemplos que atraen a cientos de compradores formoseños que cruzan diariamente el río Paraguay hacia Alberdi.

El impacto económico es devastador: la Cámara de Comercio de Formosa admitió haber perdido alrededor de 100 socios que cerraron sus negocios en el último tiempo. Mientras tanto, del lado paraguayo, los locales prosperan con la llegada masiva de argentinos que ya no encuentran alternativas en su propio país. El informe concluye que la combinación de inflación, pérdida del poder adquisitivo y políticas de frontera ineficaces dejaron a las ciudades argentinas en desventaja, en un escenario que amenaza con profundizarse si no se toman medidas de fondo.