El final del juicio por el femicidio de Cecilia Strzyzowski generó un profundo impacto social en toda la provincia del Chaco. Mientras el jurado popular leía su decisión dentro de la sala, en la plaza 25 de Mayo de Resistencia una multitud seguía el veredicto con una atención cargada de emoción y una expectativa colectiva que desbordaba el espacio público.
Cuando se confirmó que César Sena, junto a Emerenciano Sena, Marcela Acuña y los demás imputados, eran declarados culpables, la respuesta ciudadana fue inmediata. Los aplausos, los abrazos y los gritos liberaron la tensión acumulada durante más de 40 días de juicio, pero también dejaron en evidencia una comunidad movilizada en torno a un reclamo central: la necesidad de justicia frente a la violencia de género.

“Hay justicia en el Chaco”, repetían familiares, amigos y vecinos que acompañaron el caso desde el primer día. Entre pancartas, fotos de Cecilia y lágrimas de emoción, la sociedad chaqueña expresó no solo un sentimiento de alivio, sino también la reivindicación de una causa que trascendió lo judicial para instalarse como un símbolo de lucha colectiva.
La permanencia de la multitud frente al edificio judicial reflejó el alcance social de este fallo: un mensaje contundente sobre la importancia de la verdad, la justicia y el compromiso comunitario para enfrentar la violencia que afecta a miles de mujeres en todo el país. En ese abrazo colectivo, el pueblo chaqueño dejó claro que la búsqueda de justicia también es un acto profundamente social.