En “Resistenciano”, Rolando Pérez Beveraggi rescata un episodio que sorprende de la historia chaqueña, que pocos conocen: el duelo entre dos gobernadores del Chaco, que terminó con la muerte de uno de ellos.
A través de estas líneas, Infocuatro despliega un recorrido que enlaza los orígenes del Territorio Nacional, la Guerra de la Triple Alianza, la creación de la Gobernación de Chaco, la llegada de los primeros colonos friulianos y la oficialización de Resistencia como Capital el 16 de octubre de 1884.
La narración vibrante de Pérez Beveraggi , revela como nuestra ciudad, nació entre gestas, conflictos y decisiones que marcaron para siempre el rumbo de la provincia.
Los gobernadores de esta historia

Los protagonistas de esta historia fueron, por un lado, Pantaleón Gómez, tercer gobernador del Chaco, nació el 5 de abril de 1833. Fue un político argentino y Teniente Coronel, que peleó Cepeda y Pavón, y participó en las batallas de Yatay, Curupaytí y Tuyutí,en la Guerra de la Triple Alianza.

Por el otro, Lucio Victorio Mansilla, cuarto Gobernador del Chaco, nació en Buenos Aires el 23 de diciembre de 1831. Fue periodista, escritor, militar, diplomático y con una de las vidas más novelescas de la historia argentina. Sobrino directo de Juan Manuel de Rosas. En 1876, luego de actuar actlvamente en la guerra de la Triple Alianza, fue electo diputado. Permaneció en su banca durante dos años, hasta que fue designado gobernador del Territorio Nacional del Chaco, sucediendo a Pantaleón Gómez.
El porqué del duelo
Cuenta la historia que Pantaleón Gómez se desempeñaba como director del diario El Nacional, y sus columnas atacaban con ingenio y dureza a Lucio Victoria Mansilla. Decía de él: “Lucio (Mansilla) es un ser ridículo y extravagante, es viejo y cómplice de delitos.
Este sujeto tan criticado había sido electo diputado en 1876, pero permaneció en su banca durante un año, su espíritu inquieto lo llevó a solicitarle a su amigo Avellaneda la gobernación del Chaco. ¿Por qué el Chaco? Mansilla tenía informaciones sobre importantes yacimientos de oro en el Paraguay. Formó junto a un grupo de amigos una empresa, e intentó manejar sus negocios auríferos desde la gobernación más cercana. el proyecto fue todo un fracaso y Mansilla, decepcionado, vendió sus acciones, renunció a la gobernación y se marchó a Europa, donde permaneció hasta 1880. Cuando regresó para apoyar la candidatura presidencial de Julio A. Roca”
“Hemos afirmado que Lucio habla improperios de la música y de los músicos, de la poesía y de los poetas, del arte y de los artistas”, manifestaba Pantaleón Gómez en las páginas del diario y continuaba con sus críticas despiadada hacia la persona de Mansilla.
Lucio Mansilla no admitía bromas sobre sus virtudes. Era de una personalidad muy frontal y afecto a los duelos y lances caballerescos.
Para su orgullo sólo bastó que leyera una vez más que se lo difamara en el diario El Nacional –que fundó Vélez Sarsfield – y lo dirigía Pantalén Gómez en un suelto humorístico, amable, sin veneno, que criticaba su sombrero.
El duelo
El general ciego de indignación envió sus padrinos al director del diario Pantaleón Gómez, quien aceptó el lance, a pesar de no ser el autor de la sátira. Como director de El Nacional,declaró Pantaleón Gómez: “Yo debo hacerme solidario hasta de la responsabilidad de los anuncios”. A los duelos escritos le sucedió el duelo en el campo del honor.
Los hombres se encontraron en la quinta del escribano Tulio Méndez, el sábado 7 de febrero de 1880. Los padrinos de Mansilla fueron los coroneles Uriburu y Godoy, y los de Gómez, los coroneles Meyer y Lagos. El día era caluroso y el cielo estaba despejado. Los hombres se saludaron y caminaron diez pasos en dirección contraria, se dieron vuelta y dispararon. Gómez lo hizo al suelo, Mansilla no.
Gómez al momento de disparar dijo: “Yo no mato a un hombre de talento”. La respuesta de Mansilla fue elocuente: ”Al tercer botón de la camisa”, dijo, y le atravesó el corazón. Gómez murió en el acto. Mansilla corrió a su lado, lo abrazó y con los ojos llenos de lágrimas le besó la frente. Hay que conocer los valores y el clima moral de una época para comprender estas reacciones. Mansilla nunca pudo olvidar esa tragedia.

La muerte de Pantaleón Gómez lo acompañó hasta el fin de sus días. Era su lado oscuro, el costado negro de su historia. A los pocos días, viajó a Europa. Ningún juez lo acusó y la única sanción pública que recibió por esta muerte fue la de la masonería.
Una multitud acampañó a Gómez al cementerio. Hablaron más de diez oradores. El último discurso fue el de Domingo Faustino Sarmiento: “Muerto,….. Pantaleón Gómez, el simpático, el fervoroso, el leal, el verídico, el arrogante joven. Lo ha muerto ese exceso de vida que rebulle en la Juventud y brota· por los poros en palabras, en pasiones, en ideas, en patriotismo, prodigado sin reservas. Era Gómez el comienzo de una obra que tenía mucho de bueno, de noble y de generoso. ¡Imitadlo jóvenes! Escasea la verdad en nuestro mercado político”.
Para finalizar, Pantaleón Gómez no dejó obra acabada a causa de darse prisa, sin motivo suficiente, a mostrar que sabía morir, aún fuera del campo de batalla, como bueno.