Miguel Ángel Russo, exfutbolista y entrenador argentino, murió a los 69 años y dejó una huella imborrable en la historia del fútbol argentino. Su legado se apoya tanto en los logros deportivos como en su actitud frente a los desafíos personales, convirtiéndose en un referente de resiliencia y pasión por el deporte.
Nacido el 9 de abril de 1956, Russo realizó toda su trayectoria como futbolista a Estudiantes de La Plata. Entre 1975 y 1988 disputó 440 partidos con la camiseta del “Pincha”, desempeñándose como mediocampista defensivo. Su entrega y regularidad lo transformaron en un emblema del club. Durante su paso como jugador, alcanzó dos títulos históricos: el Campeonato Metropolitano 1982 y el Nacional 1983.
En 2017, mientras dirigía a Millonarios, fue diagnosticado con cáncer de próstata, una enfermedad que también afectó sus pulmones y vejiga. A lo largo de los años atravesó distintos tratamientos, incluidas cirugías y quimioterapia.
Lejos de abandonar su vocación, Russo continuó trabajando y alcanzó títulos incluso en medio de los procesos médicos. Su capacidad de sobreponerse a las adversidades lo convirtió en un ejemplo de lucha, tanto dentro como fuera de la cancha.

El legado que deja Miguel Ángel Russo
Más allá de los títulos, Miguel Ángel Russo será recordado por su estilo táctico meticuloso, su capacidad para estudiar a los rivales y su influencia positiva en los planteles que dirigió.
Pero sobre todo, su legado trasciende lo futbolístico. Su resiliencia frente a la enfermedad, su ejemplo de superación y su pasión inquebrantable por el fútbol lo convirtieron en un referente humano y deportivo.
El mundo del fútbol despide a un hombre que vivió y respiró este deporte con intensidad, y que deja una enseñanza que va más allá de los resultados: la de nunca rendirse.