El triple crimen de Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez en Florencio Varela sacudió a la opinión. La brutalidad del hecho no solo generó indignación social sino también un pronunciamiento inmediato de la Iglesia católica, que denunció la ausencia del Estado en los barrios más vulnerables y la expansión del narcotráfico como telón de fondo de la tragedia.
Desde la diócesis de San Justo se difundió un comunicado en el que se acompañó a las familias de las víctimas y se apuntó contra el “abandono” oficial que deja amplias zonas bajo el control de mafias narcos.
En el texto se remarcó que cuando las políticas públicas no llegan, los grupos criminales avanzan y capturan la vida cotidiana de la gente. La Iglesia planteó que la verdadera contención debe surgir de tres espacios fundamentales: la escuela, el club y la capilla, en contraposición a las “tres C de la muerte” que representan la cárcel, la calle y el cementerio.

El obispo de San Justo, monseñor Eduardo García, señaló que este crimen es la punta del iceberg de un proceso de desintegración social. Según reveló, “la venta de droga ya es parte del paisaje en muchos barrios y los más jóvenes son utilizados como “perejiles” por las bandas”. También advirtió que “hay muchos asesinatos que no alcanzan repercusión mediática pero forman parte de la misma lógica de violencia estructural”.
Para García, el Estado y la dirigencia política deben dejar de mirar el fenómeno narco como un hecho aislado y reconocerlo como un síntoma de un entramado social roto, donde las organizaciones criminales ganan terreno a fuerza de abandono institucional.
En el mismo sentido, los obispos de Quilmes, jurisdicción a la que pertenece Florencio Varela, repudiaron el crimen y expresaron su cercanía a los familiares.
Por Facundo Pastor